Pimientos de Padrón



Como los pimientos de Padrón, unos pican y otros no…

Es con esta frase que los gallegos expresan lo inexplicable, aquello que ocurre por suerte, aleatoriedad o no tiene una explicación razonable, simplemente es así.

Lo cierto es que en la tradición gastronómica de Galicia, llama la atención esta tapa de pimientos frescos, fritos o asados, que pueden sorprendernos con un ejemplar ardido. Provenientes de mesoamérica, como todos los pimientos, los de Padrón fueron adaptados a tierras gallegas por Padres Franciscanos en el siglo XVI o XVII. Se dice que estos padres los distribuyeron por los pueblos de Herbón y Padrón para ayudar contra el hambre durante la guerra civil. Así se volvieron parte de la culinaria gallega y española.

Los pimientos se dan entre mayo y octubre, teniendo su auge en verano. Los originales son aún producidos en invernaderos, cosechados y seleccionados a mano por familias que guardan la tradición hace más de 100 años. Fuera de Galicia es muy difícil encontrar los auténticos. Si quieres probarlos, debes buscar una Denominación de Origen certificada y huir de imitaciones que se comercializan bajo el nombre “pimientos tipo padrón”.

Otros pimientos pueden ser deliciosos, pero a los de Padrón se le suma la alegría (y el miedo) de poder encontrar súbitamente uno que haga subir la temperatura de tu cuerpo y deje tu rostro colorado. Eso sí, nadie puede admitir que le han picado, pues a quien lo diga, los gallegos le hacen pagar la cuenta de toda la mesa. Al final, todo esto hace parte la emoción de esta tapa tan deliciosa cuanto típicamente gallega. Te invitamos a probarla en Vinosobroso!